lunes, 26 de marzo de 2012

Quería sentir todo eso y más. Ni si quiera el peor de los dolores físicos puede compararse con el que siente en esos momentos su corazón. Es la ausencia total de todo, como respirar en un mundo sin aire, como beber de un vaso vacío. como tirarse a una piscina sin agua, al silencio de las profundidades marinas, la ausencia de cualquier sonido, palabra, alegría, color, felicidad, sentimientos cristalizados, como si el mundo se hubiese partido por la mitad y, de repente, esa sonrisa robada, impresa, crucificada, disecada e inanimada. Así es ese vacío desgarrador.

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